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Andorra Ultra Trail Mític, 2014, Viernes, Sábado y Domingo 10-13 de Julio - Amistades en alta montaña


Coll de la Botella, 06:48. km 29.

El tramo asfaltado me guió hasta el primer punto donde los acompañantes podían visitarnos, una estación de esquí reconvertida en punto de avituallamiento.


Recordaba este punto por lo curioso del nombre, y no sabía la hora exacta a la que pensaba llegar, pero recordaba que era sobre las 6, y aún no habían dado las 7, lo que me animó sobremanera.



Y menos mal, físicamente estaba derrengado, llegué "arrastrándome" al punto de control, donde chequearon mi paso, tras lo que la encargada de la tarea me dijo algo muy animada, con una gran cara de sorpresa.

No sabía qué decía, y tras pedirle un par de veces que por favor me lo repitiese, me dijo "¿español?" a lo que tras responderle afirmativamente me dijo "¡qué lío! pues resulta que el muchacho que acaba de pasar justo antes de ti lleva un dorsal correlativo al tuyo, ¡vamos, que aun lo coges!"


Me contagió parte de su entusiasmo, pero tenía bastante sueño y el cuerpo muy molido (no notaba la espalda, tan solo cuando la mochila se balanceaba, y solo podía sentir dolor, quitando esa sensación no tenía nada de sensibilidad).


Ansiaba sentarme cuanto antes, así que cogí un puñado de chocolate y otro de frutos secos, me quité la mochila y me dejé caer pesadamente sobre un banquito de madera, dejando la mochila reposar a mi lado.


Fui comiendo despacito, cerré los ojos y traté de "disfrutar" del banco, pero lo único que experimenté al relajarme fue una oleada de dolor que se extendía por todo mi cuerpo y provocaba que mis piernas y espalda temblasen.


Mezclé uno de mis botellines con sales y me lo fui bebiendo poco a poco, intercalado con los frutos secos, a los que añadí unos cacahuetes fritos con miel que llevaba encima.


Llevaba demasiado peso en la mochila, demasiadas cosas... Si veía a Mayte le dejaría todo lo superficial, no aguantaría muchas horas más así...


Esperé unos 5 minutos, pero al no verla le avisé de mi paso por el punto, rellené el botellín, me comí una barrita energética y me dispuse a continuar, sin rellenar la Camel.


Ni si quiera comprobé cuanta cantidad tenía, hasta ese momento podría haberlo intuido tan solo con concentrarme, pero mi sensibilidad en la espalda era ya inexistente, y tampoco me seducía la idea de cargar con más peso aún.


Por suerte, el camino, que volvía a ser de tierra, discurría bastante aplanado, y aunque tenía alguna raíz y algunas piedras salpicadas aquí y allá, era un tramo muy "corrible", por el que me animé a trotar y todo.


El astro rey comenzaba a alzarse sobre la frontera hispano-andorrana, llenando de color y de vida el inmenso valle, que comenzaba a transmitirme energía.




Experimento la soledad del corredor de ultrafondo en su plenitud, nadie me sigue ni me precede, estoy solo en un inmenso mundo verde a mi alrededor y azul sobre mí, y no soy más que un pequeño puntito que avanza por el gran universo de los Pirineos.


Me siento en conexión total con la naturaleza, comienzo a olvidar mis penas, comienzo a apretar el paso, comienzo a disfrutar...




Voy a buen paso, estoy orgulloso de mi mismo, no pienso, avanzo y me siento en plenitud, soy feliz...


Esto es lo que he venido a hacer, disfrutar de lo que más me gusta, el deporte y la naturaleza, y me recreo en el paisaje y las vistas que me rodean sin importarme el reloj y su implacable ritmo.




Sin previo aviso, parece que se avecina una estampida, por lo que me echo a la derecha del estrecho sendero, y me adelantan 4 corredores a gran velocidad.


Decido aprovechar la parada para beber un poco, de la camel, a fin de aligerar peso, tomarme un puñadito de cacahuetes y comenzar a quitarme una capa, guardando buff y guantes en el cortavientos Izas, cortesía de Trekking & Running Marbella, que me desabrocho y cuyas costuras de transpiración abro hasta el límite; el clima es fresco pero los primeros rayos solares comienzan a acariciar mi piel, haciéndome entrar en calor.


Justo cuando me recuperaba del respingo de la estampida de corredores, vuelve a vibrar el suelo, y al echarme a la derecha me adelantan una decena de corredores, sin exagerar.


"Qué bien le ha sentado a esta gente el amanecer", pienso, mientras vuelvo al que, comparado con sus ritmos, es un trote cochinero nivel bajo.


Oigo agitadas pisadas de nuevo, me giro y veo un corredor avanzando a sprint, a un ritmo con el que no tardará en alcanzar el grupo que acababa de pasar, y reparo en su dorsal.


Como llevo el cortavientos abierto, miro el mío y nuevamente el suyo, y me doy cuenta de que son de color diferente, al igual que pasaba con los dorsales de la Ronda Dels Cims, que vi por primera vez en el avituallamiento del Refugio Comapedrosa.


Supuse que eran corredores de la Celestrail, lo que me tranquilizó en cuanto al ritmo que llevaba.


Pasos de nuevo, me echo a un lado del camino, pero estos corredores van a un ritmo más tranquilo y me dicen que van bien.


Comienzan a hablarme desde detrás, y me dan muchísimo ánimo y me desean mucha suerte en cuanto se enteran de que participo en la Mític; en efecto, son corredores de la Celestrail, que al final, como predecía, acaban adelantándome.


Avanzo varios metros sin problema, no sé si los corredores que acababan de pasar serían o no de la cabeza de carrera, pero se ve que los demás vienen más relajados.


Veo a lo lejos otro teleférico inerte, que llama mi atención de inmediato, por lo que decido fotografiarlo.




Justo cuando estoy guardando la cámara decido quitarle el aire a la camelbak, ya que no soporto el dolor de espalda y quizás, pienso, me pese más por el aire que lleva dentro.


Me quito la mochila de la espalda, me siento y comienzo a sacar la bolsa de hidratación, cuando un corredor se para y me pregunta en francés que si estoy bien.


Le respondo que si, que perfectamente, y al ver mi dorsal su cara cambia completamente.


Me dice, en español hapache "tú... Mític? equivocado amigo, Mític... cima... camino equivocado, este Celestrail, tu tienes que ir cima, por el punta montaña".


Se me hiela la sangre en las venas.


Le pido confirmación con un calma mortal y me dice que me he equivocado de camino, que debo subir cuesta arriba, por donde va mi carrera.


¿Donde narices estaba el desvío? tanto disfrutar del paisaje y de las vistas y la he liado... a ver como encuentro de nuevo el sendero, a ver si piensan que he querido cortar camino, a ver si no entro a tiempo en el próximo corte... este y otros pensamientos, cada cual más negativo, ronda mi mente.


Sin sacar el aire ni nada, me echo la mochila al hombro, ignorando el dolor, y comienzo a correr como no hacía desde hacía horas.


A pesar de ir en la dirección contraria a la que llevaba hace un momento, ahora no hay ni rastro de corredores.


A los dos minutos me cruzo a una pareja de corredores, con el dorsal de la Celestrail.


Les pregunto ¿español? ¿English? a lo que niegan con la cabeza y dicen "Français". 


Les digo que no pasa nada y continúan su camino, extrañados.


Desesperado, me paro y miro hacia arriba; no se ve la cima, el camino es muy escarpado y está plagado de vegetación.


Aun así intento el ascenso vertical, sin éxito, me resigno y continúo corriendo como alma que lleva el diablo en dirección opuesta a la que llevaba antes de cruzarme con el francés.


De repente me cruzo con otra pareja, sin dorsal visible, y le pregunto ¿español? y me dicen "sí, ¿qué te sucede?"


Se paran y les explico la situación, y me responden que estamos en el buen camino, que, de hecho, no hay otro, que o el francés estaba equivocado o se quería quedar conmigo.


Me alivia tanto que me flaquean las piernas por un momento, les pregunto si corren la Mític y me responden que si, así que decido ir con ellos.


Me dicen que vaya delante sin problema, y nos vamos contando nuestra historia.


Por mi parte les cuento mis incios en el mundo del atletismo, mi estreno en montaña, mi debut en maratón y mis "ultra-aventuras" en el Torcal, Ronda y la Sierra de las Nieves y ellos me cuentan sus peripecias deportivas.


Tras un buen rato de camino (ya hemos dejado atrás el telesillas hace tiempo) y de conversación, caigo en la cuenta de que no me he presentado, así que hago lo propio, ellos se presentan también, nos saludamos y continuamos nuestro camino.


Ellos son José Luis y Marc, corredores catalanes debutantes en la prueba y experimentado en anteriores ediciones respectivamente.


Marc no había llegado a ser finisher aún y atestiguaba en primera persona la dureza de la prueba, dando fe de lo poco que habíamos recorrido aún en cuanto a desnivel y kilometraje pese a haber estado ya más de 8 horas corriendo.


Les hablé de Jordi y de como nunca había podido pasar de Bordes d'Envalira, y me dijeron que es una historia muy repetida, que la gran mayoría de los corredores que "sobreviven" hasta La Margineda se quedan en Bordes, y los que pasan, tienen muy claro que van a acabar como sea, ya que una vez pasado ese punto, los únicos lugares para abandonar son refugios de montaña donde las evacuaciones son muy difíciles.


José Luis le preguntó a Marc si quedaba mucho para el desvío de corredores de la Celestrail y de la Mític (de la Celestrail nos adelantaban cada poco, pero de la Mític no nos había adelantado nadie aún, y bromeábamos con ser la cola de la carrera).


Según él, este año el trazado era diferente, mucho más duro y con tramos nuevos, pero si se mantenía este trozo como el año pasado, no tardaríamos en llegar a él.


Les dije que iba a parar un momento a sacar el aire de la Camel, que los pillaba en un momento (el sendero era único y estrecho, no había probabilidad de perderse), a lo que respondieron afirmativamente.


Con presteza saqué la bolsa de hidratación, la puse del revés, aspiré el aire, comprobando que había MUY poca agua en la misma, la coloqué de nuevo y salí a la carrera tras ellos.


Los alcancé cuando ya se vislumbraba a lo lejos el desvío, los corredores de la Celestrail descendían y nosotros ascendíamos.




En la zona de control de carrera había varios corredores descansando, que al llegar nosotros, retomaron el camino.


Marc y José Luis vieron que llevaba un buen ritmo en la subida, y me dijeron que podía dejarlos atrás si quería, pero me cayeron genial y la conversación con ellos era muy interesante, por lo que me resistí a hacerlo.




La subida pasa de "moderado ascenso" a "severo infierno" en cero coma, por lo que nos manda a de la carrera al trote y del trote a la marcha, hasta que al final avanzamos dando pequeños pasos a duras penas.


Marc y José Luis me dicen que saque los bastones, que la subida los merece, y se quedan de piedra cuando les digo que no he traído bastones.


Me dicen que no pensaban que un corredor amateur se plantease si quiera una carrera de semejante longitud, por no hablar del desnivel, sin bastones y me recomiendan hacerme con unos cuanto antes.


Pese a no llevar bastones voy ascendiendo a muy buen paso, los voy dejando atrás pero aprovecho para parar a esperarlos mientras recupero, aunque finalmente voy dando alcance a otro grupito y acabo dejándolos atrás poco a poco.


La temperatura va descendiendo conforme ascendemos y el viento aumenta, como suele ser costumbre, y nos acercamos a una elevada cresta por la que se ven corredores en la distancia.


Aprovecho una de las pausas para recuperar el aliento para disfrutar con las vistas, que me lo quita de nuevo.




Soy consciente de que me queda poca agua, y no tengo ni idea de cuando llegará el próximo avituallamiento, pero tengo el cuerpo bastante agotado, así que me bebo media botella de Powerade para recuperar azúcares, y aprovecho la parada para comer y continuar.


Vuelvo a dar alcance al grupo que me precede antes de que Marc y José Luis me cojan, pero me encuentro con otras vistas de postal y decido inmortalizar de nuevo el momento.






Un corredor del grupito al que acabo de dar alcance queda sorprendido de que tenga ganas de parar, sacar la cámara y echarme fotos, comenzamos a bromear, le saco una foto a él y comenzamos a correr juntos.




Nos vamos presentando mientras ascendemos, y poco a poco vamos atravesando la Collada de Montaner mientras me cuenta que se llama Malio, que es de origen argentino pero lleva muchísimos años en Andorra, y que no es un experimentado ultrafondista, ni mucho menos, pero ya que la prueba se celebra en su ciudad, qué menos que participar.


Acabó el año pasado con un tiempo de unas 38 horas, siendo debutante, lo que me hace pensar que además de ser un muy experimentado montañista, es muy modesto, y por lo que voy sonsacándole, muy buena persona.


Las vistas que ilustran nuestra conversación son de postal...




Estamos ya a punto de coronar los 2406 metros del Bony de la Pica, a falta de un kilómetro que tendrá unos 300 metros de desnivel positivo nos tomamos el último descanso antes de llegar a la cima, donde, entre risas, aprovecho para sacarme otra "selfie" para capturar el momento, ante la atónita mirada de Malio.




"Venga, va, ¡un último arreón y coronamos el 5º pico, tras este solo quedan 6!"


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